A veces pienso que me tomo la vida con demasiada responsabilidad de vivir y no me fijo en la clave principal: que nadie ha elegido ser ser vivo. De pronto estamos ahí como peces, ya gestados y vivimos nuestra primera etapa hasta que nos sueltan y nos encontramos en un mundo que no reconocemos, que no sabemos qué es.
De todas formas empezamos a andar generalmente protegidos absorbiendo todo eso que ni idea de para qué es o por qué; es cuando vamos montados en un caballo blanco iluminados por el sol y rodeados de girasoles.
Este niño va creciendo y se va cubriendo con una armadura completamente cerrada, no ve y el caballo que lo guía no mira hacia el camino. Va perdido, pero sigue y lleva una espada para defenderse de lo que tampoco sabe qué es ni para qué. Eso va creando un bolo de miedo, de inseguridad, de preocupaciones. Y al final ese niño se ha ido cubriendo con una venda y sobre él se va llenando una moneda de oro, con rituales, tesoros acumulados, vida desenfrenada,
El bolo no le permite ver lo que le rodea y desarrollarlo a su gusto, ese es el mal que lleva dentro: ese bolo. Y no se da cuenta que hay de todo, no falta como se piensa pero al final el producto que sale se lo comen los buitres; hay más que suficiente pero nunca le basta y acumula más desperdicios que lo que utiliza entonces todo lo que deja, después de tanto buscar y hacer y luchar es para tirar. Siempre son más los desperdicios cuando en realidad consume mucho menos.
Crea casas, palacios, edificios y si los ojos reflexionan lo que ven es cuando se preguntan si todo lo que hay ahí es necesario y lo usa, si lo usa para vivir, para desarrollarse.
Se atiborra de lo que no hace falta y le pesa luego, lo carga; llena todo de basura por lo que crea al final más desperdicios que cosas útiles y necesarias, cosas que no necesita en realidad.
Entonces sentado bajo la luz de un farol reflexiona:
Ese es el mal de la humanidad: crea basura innecesaria y sacrifica todo por ella.
Sacrificó la naturaleza los animales; mató los mares y el aire, todo para fabricar basura.
Y siempre fue así, por ejemplo, la campaña a Asia de Alejandro, todo lo que dilapidó, mató, quemó, destruyó; todo iba a Grecia… ¿Dónde está? ¿Dónde quedó todo eso? En basura, en ruinas. Desaparecido. Hasta la biblioteca de Alejandría con tanto sacrificio de árboles… se quemó todo.
Podríamos empezar por analizar esto y las consecuencias nefastas en el ciclo de cada vida, que no cabalga liviana e inocente, sin temores, no. Siempre asediado por el miedo.
Regalo de Cherokee