Si amanece y ves que estoy durmiendo... despiértame.

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jueves, 31 de diciembre de 2009

Relato de amor y desamor de fin de año

Periquito Azul y periquito Verde

Ya sabemos de sobra que los humanos es como si viniéramos con la misión de destruir, no sólo la naturaleza sino nuestras propias ciudades.
Parece que es una fuente de enriquecimiento romper y volver a construir sobre lo roto, ese ha sido el procedimiento constante y es así como nuestras ciudades siempre están en ruinas, porque una gran parte considera que para vivir es necesario ser rico (premisa de tantos…) esos que van ciegos al metal, al dinero sin tener en cuenta nada más.

Es así como una tarde un barreno brutal estalló en la ciudad conmoviendo los edificios; en un piso el periquito Azul no pudo soportar semejante vandalismo urbano y la barbarie le provocó un paro cardíaco. Periquito Verde no daba crédito y gritaba desesperado, su compañero de toda la vida yacía en el piso de la jaula.

Es así como la tristeza se fue apoderando de él, de nada le servía la vida ya sin su ser amado. No quería comer, no quería nada más, ni lucha ni luz ni sol. Al tercer día, le llevaron a periquita Amarilla, una joven y alegre avecilla para que no se sintiera solo y abrumado; no obstante la determinación había sido tomada y se fue tras el periquito Azul…

Un día triste fue ese en que el ayuntamiento no reparó en absoluto, en que los cascos seguían moviéndose furiosos rompiendo y rompiendo; la vida y el amor, el compañerismo, la lealtad no isa banderas ni detiene la furia ni la codicia.

Periquita Amarilla quería escapar, no podía estar sola, sin un ser amado a su lado, es así como llegó periquito Cobalto… ella lo seguía por toda la jaula y él se sentía asombrado, todo nuevo, vida por empezar. Periquita Amarilla lo fue conquistando y no dejaban de mirarse, de besarse, de saltar por los palitos y hamacarse, muy pegados uno con el otro, con las plumas entrelazadas.


Ahora han vuelto los cantos y las charlas; la alegría en una jaula con futuro. Afuera siguen destruyendo, aceras nuevas, rompiendo maceteros y desapareciendo plantas; “restaurando” una y otra vez lo mismo. Embuchando bienes, especulando fondos monetarios. Bolsillos cocidos que crean el caudal diario. Tesoro ávido, anhelante. Seres sedientos de fortuna.

No son periquitos… qué lástima. ¿Un año podría cambiarlo todo? ¿Podrá…? En 2010 está la respuesta.