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sábado, 23 de enero de 2010

El ocaso de un seductor

Es el título en español de Casanova Enamorado, escrito ya hace años por Andrew Miller.

Nos presenta al célebre libertino en dos momentos diferentes de su vida y los últimos años de la existencia de Giacomo Casanova retirado en un castillo de Dux, Bohemia, en la actual frontera Checoalemana.

Se trata de una incursión por sus aventuras y desventuras que lo hace más interesante. Por un lado su estancia en Londres donde conoció los gozos pero y hete aquí lo que suele suceder, uno de los mayores sinsabores del amor no correspondido.

Él mismo realiza una introspección con su pasado, donde el ya anciano Casanova dedica horas a revisar y después quemar antiguos documentos que conservan el recuerdo de sus principales amoríos.

Pero no puede resistirse y conserva unas cartas que no son producto de las llamas, precisamente las cartas que aún se conservan de Marie Charpillon, una joven que en 1763, cuando él tenía treinta y ocho años, había conseguido cautivarle por completo y colocarlo al borde de la desesperación, a un Casanova que fue viajero empedernido, escritor, soldado, espía y diplomático veneciano, cuyo apellido ha acabado asociándoselo con las ideas de escándalo y libertinaje. La pasión, lo liviano, el disfrute indiscriminado de placeres y a su vez el dolor por la pérdida de todo eso. Un hombre convertido en personaje risueño, jovial, falto de escrúpulos y con los años, el derrotado.

Se lo consideraba cínico, porque decía que en las relaciones humanas no hay nadie decente o virtuoso… “El problema del sexo es que todo el mundo cree que puede y sabe practicarlo, eso no ocurriría con la poesía o el soplado de vidrio.”

O cuando hablaba sobre la vida eterna: “No puedo imaginar cómo sería el cielo, sólo supongo que no conocería a nadie allí.”

Tenía una personalidad sugestiva, irresistible y nadie pudo rechazar sus encantos, estaba seguro de sí mismo y del éxito que a veces hasta todo esto lo aburría. Pero… se topa con una adversaria de su misma categoría y él que decía que la primera regla para ganar en el combate del amor consiste precisamente en no enamorarse o en sus métodos y tratados amatorios que lo hacían ducho en las clásicas técnicas del cortejo: Alternar promesas de amor y desaires, avivar el deseo pero aplazar su satisfacción. De pronto, este maestro se convierte en víctima de lo que él mismo creaba y se cambian los papeles, Marie Charpillon se comporta como debía hacerlo él, es así como descubre algo que nunca habría imaginado que podría llegar a ser: un hombre cautivo de sus sentimientos…