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jueves, 20 de mayo de 2010

Me quiere... no me quiere...

Margarita...
Cómo es que pasaste a través del tiempo a convertirte en flor. Que esa antigua nomenclatura griega dijera:

Margarita: Perla
Margarites: Piedra preciosa. Planta de Egipto.
Margaros: Ostra de la que se extrae la perla.
Y que derivara al latín como margaritum.

Todo un misterio margarita flor al que le pusieron bellis en botánica. Vaya a saber en qué momento alguien cambió la perla por ti. Y ya nadie reconoce en el nombre ni las ostras ni su preciado tesoro.

Aunque te sigan asociando con un nudo marinero, con una bebida, con aquella famosa corona de las máquinas de escribir mecánicas…

Entonces leo que “esta encantadora flor silvestre, conocida principalmente como el símbolo de la niñez y la inocencia, se originó en una dríade que presidía los bosques, las praderas y las pasturas. Según la mitología romana, mientras la ninfa Belides bailaba con sus compañeras en las márgenes del bosque, Vertumno, el dios de los huertos, se fijó en ella. Para dejar de atraer la indeseada atención del dios, la ninfa se transformó en la flor bellis, que es el nombre botánico de la margarita.

Las margaritas, de aspecto similar al de algunos crisantemos, siguen siendo asociadas con la simplicidad y el pudor: dos características propias de la época victoriana. Las doncellas victorianas con el corazón roto que deseaban recuperar el amor de sus pretendientes dieron origen a una famosa costumbre. Arrancaban los pétalos de una margarita uno a uno diciendo "me quiere, no me quiere". Desde luego, el pétalo que predecía el futuro de la relación era el último.

Las doncellas jóvenes también acostumbraban recoger un manojo de margaritas con los ojos cerrados. La cantidad de flores que acababa en sus manos revelaba la cantidad de años que les faltaban para casarse.

Mientras que su simplicidad convirtió a la margarita en la flor preferida de los poetas, sus poderes curativos y predictivos la hicieron valiosa, no sólo entre los campesinos, sino también para un infame rey inglés. Los campesinos medievales solían decir que la primavera no llegaba hasta que uno no pudiera poner un pie sobre doce margaritas; soñar con ellas en primavera o verano era un signo auspicioso, mientras que, hacerlo en otoño o invierno auguraba algo malo. Se consideraba que transplantar margaritas silvestres a un jardín cultivado traía muy mala suerte. El rey Enrique VIII comía platos de margaritas para aliviar los dolores de su úlcera estomacal; en esta época, también se creía que beber margaritas machacadas y remojadas en vino en pequeñas dosis durante quince días podía curar la demencia.

Significado de los colores

En general, las margaritas simbolizan la inocencia, la pureza y la gentileza, tanto de la persona que las da como de quien las recibe. Las margaritas dicen: "Tus virtudes son tantas como los pétalos de esta flor" o "Consideraré tu pedido". Una margarita blanca representa sentimientos compartidos de afecto, mientras que una roja habla de una belleza que es desconocida para quien la posee."


Fuente: La Casa de las Rosas