Albert Hoffman, científico suizo que murió hace dos días, 3 de mayo de 2008 y nada menos que con 102 años, descubrió allá por el año 1938, uf, hace ya 70 años, esta droga alucinógena.
LSD (dietilamida del ácido lisérgico) se elabora partiendo del ácido lisérgico que se encuentra en un hongo que crece en el centeno y otros cereales.
Parece que Hoffman se hallaba en el laboratorio buscando un componente de uso clínico cuando al caerle una gota comenzó a sentir los efectos de la misma. Y según él su primer “viaje” resultó así:
"En un estado de ensueño, con los ojos cerrados (porque la luz del día me resultaba muy molesta), percibí una corriente continua de imágenes fantásticas, formas extraordinarias con colores intensos propios de un caleidoscopio. Después de dos horas, la sensación desapareció.”
¿Pero qué pasa con las drogas alucinógenas? Dicen que Los alucinógenos causan alucinaciones-distorsiones profundas en la percepción de la realidad. Éstos logran sus efectos interrumpiendo la interacción de las células nerviosas y el neurotransmisor serotonina. El sistema de serotonina está distribuido en el cerebro y la espina dorsal, y está involucrado en el control de los sistemas de la conducta, percepción y regulación, incluyendo el estado de ánimo, el hambre, la temperatura corporal, el comportamiento sexual, el control muscular y la percepción sensorial.
Bajo la influencia de los alucinógenos, las personas ven imágenes, oyen sonidos y sienten sensaciones que parecen reales pero que no lo son. Algunos alucinógenos también producen cambios emocionales rápidos e intensos.
A pesar de que Hoffman defendía su utilidad, fue ilegalizada en 1960 y muchos fueron los que afirmaron los peligros para la salud. Por ejemplo:
Que los efectos de la LSD son impredecibles. Dependen de la cantidad ingerida; de la personalidad, estado de ánimo y expectativas del usuario; y del ambiente en el que se usa la droga. Por lo general, el usuario siente los primeros efectos de la droga de 30 a 90 minutos después de tomarla. Los efectos físicos incluyen dilatación de las pupilas, sudoración, falta de apetito, insomnio, sequedad en la boca, temblores y aumento de la temperatura corporal, frecuencia cardiaca y presión arterial.
Las sensaciones y los sentimientos cambian de forma mucho más drástica que las señales físicas. Es posible que el usuario sienta varias emociones diferentes a la vez o que pase rápidamente de una emoción a otra. Si se toma en una dosis suficientemente alta, la droga produce delirio y alucinaciones visuales. El sentido del tiempo y el de sí mismo cambian en el usuario. Las sensaciones parecen "cruzarse", dando al usuario la impresión de oír los colores y ver los sonidos. Estos cambios pueden ser atemorizantes, causándole pánico al usuario.
(Bueno, esto es también un fenómeno normal, que se suele desarrollar más de lo que suponemos. A este fenómeno se le llama sinestesia y lo han experimentado cantidad de personas que no consumen drogas; no olvidemos que todos los sentidos están enlazados y por lo tanto no es raro que veamos colores en la música o los coloquemos a las palabras o esceneas, de la misma forma en que se saborean sonidos, colores, etc.)
Los usuarios le dan el nombre de "viaje" a su experiencia con la LSD y le llaman "mal viaje" a las reacciones adversas agudas. Estas experiencias son prolongadas y por lo general empiezan a desaparecer al cabo de unas 12 horas.
Algunas personas que usan LSD sufren pensamientos y sensaciones sumamente aterrorizantes, tienen miedo de perder el control, de volverse locos y de la muerte, y se sienten angustiados. Han ocurrido algunos accidentes mortales durante estados de intoxicación con LSD.
Muchos usuarios de LSD padecen de "flashbacks" o "deja vues", es decir, recurrencias de ciertos aspectos de sus experiencias, sin haber ingerido nuevamente la droga. Un "flashback" sucede súbitamente, sin previo aviso y puede ocurrir desde unos días hasta un año después de haber usado LSD. Los "flashbacks" generalmente ocurren en personas que usan alucinógenos en forma crónica o que tienen trastornos mentales subyacentes. Sin embargo, a veces hay personas que no tienen problemas de salud adicionales y que usan LSD ocasionalmente que también tienen "flashbacks". Los "viajes malos" y los "flashbacks" son sólo parte de los riesgos de usar LSD. Los consumidores de LSD pueden manifestar síntomas persistentes parecidos a los de la esquizofrenia o la depresión aguda. Es difícil determinar el alcance y el mecanismo de acción de la LSD con relación a estas enfermedades.
La mayoría de los usuarios de LSD disminuyen o abandonan voluntariamente su uso con el transcurso del tiempo. La LSD no se considera una droga adictiva, ya que no causa un comportamiento compulsivo tendiente a la búsqueda de la droga, como sucede con la cocaína, las anfetaminas, la heroína, el alcohol y la nicotina. Sin embargo, al igual que muchas de las drogas adictivas, la LSD produce tolerancia, de manera que algunas personas que usan la droga repetidamente deben tomar dosis cada vez más fuertes para lograr el mismo estado de intoxicación que lograban anteriormente. Dada la naturaleza impredecible de la droga, esta práctica es sumamente peligrosa.
Sin embargo Hoffman defendía la utilidad de esta droga alucinógena en el análisis del funcionamiento de la mente o psicoanálisis. Y apostaba porque algún día se pudiese emplear para tratar enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia.
En su opinión, la sustancia fue demonizada injustamente por culpa del uso lúdico y peligroso que se implantó en los años 60, protagonizado, entre otros, por el movimiento hippie de esa época.
Tras la muerte de este científico, queda por ver si el LSD se acabará aplicando para adentrarse en la mente de los pacientes, siempre con fines terapéuticos, tal y como ahora defienden algunos investigadores suizos.
"Opino que en la evolución humana nunca ha sido tan necesario contar con una sustancia como el LSD. Simplemente es una herramienta que nos convierte en lo que se supone que debemos ser", comentó Hoffman en una ocasión.
Yo me pregunto ¿La utilizaba él? Porque si así fuera, el hecho de llegar a los 102 años y más aún, dar conferencias con 100, nos deja en un mar de dudas alucinógenas o alucinantes.
Imagen: Wallflower
Regalo de Cherokee