Marie Curie, que fue la que desentrañó la radioactividad, murió de leucemia a los 74 años en 1934 y su hija Irene que tanto hizo por desarrollar aplicaciones benéficas con la misma, falleció de leucemia también en 1956 a los 58 años.
Ambas recibieron el premio Nóbel y fueron a su vez víctimas de su trascendental trabajo debido a la ignorancia de los efectos venenosos de aquellos rayos extraños.
Y es que el núcleo atómico se reveló como una fuente inmensa de energía y la radioactividad hizo posible el sueño de los alquimistas: la transmutación de los elementos.
Es así como una vez conocido y dominado el núcleo atómico, la radiactividad ha estado presente en el proceso de generar gran cantidad de energía a partir de muy poca materia.
Pero sigamos con los Curie… Marie trabajó durante muchos años en París con materiales naturalmente radioactivos; precisamente ella acuñó el nombre. Descubrió el Polonio (al que bautizó así en recuerdo a su país de nacimiento) y el radio y se afanó por conseguir la mayor cantidad posible de este elemento para proseguir las investigaciones sin darse cuenta del riesgo que corría.
En 1906 ya había compartido el premio Nóbel de física con su marido Pierre Curie, muerto en accidente de tráfico.
Una de sus hijas Irene se convirtió en ayudante de su madre, se casó con Frédéric Joliot, formando un matrimonio similar al de sus padres, hasta tal punto que en 1935 ambos obtuvieron el premio Nóbel de química al descubrir que se podían crear artificialmente elementos radioactivos con partículas.
A raíz de estas investigaciones se descubrió el neutrón, una partícula cuya existencia no se sospechaba. Los neutrones fueron utilizados luego por Enrico Fermi para desencadenar la fisión del núcleo del uranio, base de las bombas atómicas y de las centrales nucleares de fisión.
En fin… también es cierto que la radiactividad ha servido para una nueva disciplina, la de la datación de elementos. Es así como se pueden fechar rocas, fósiles, cosas antiguas en general. Al igual que su empleo en la medicina, con el gran acontecimiento también de descubrir más allá de la visión y en otras aplicaciones terapéuticas, éstas no tan confirmadas realmente. Ha permitido penetrar la materia, ennegrecer la placas fotográficas, provocar fluorescencias, ionizar gases haciéndolos conductores eléctricos…
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