Regalo de Cherokee
lunes, 23 de noviembre de 2009
Sexo sobre ruedas
Siempre me ha asombrado la basura de las calles que genera follar (ya sabéis su sinónimo en otros países) en un coche… En los lugares adecuados y masivos para tal fin.
Papeles, toallas, miles de filtros de cigarrillos, preservativos, latas y botellas, plásticos.
Todo queda ahí, como símbolo del sexo sobre ruedas.
El día soleado, jardines, montañas a lo lejos, el mar como base de la meseta. Palmeras retozonas, la calle asfaltada de lujo con sus rayas blancas y precisas, farolas en S, la acera de mosaicos bellos limitadas con rocas o con salidas a caminos de sendero. Líneas diagonales para indicar estacionamiento.
Vacío, todo desierto, quieto y a la expectativa de las primeras sombras, a la espera del sonido a motores, que van acomodándose uno tras otro para la faena de la noche, sigilosa, indescifrable; en una ceremonia furtiva ante el galopar de la sangre. Desnudos que suben y bajan a través de las ventanillas. Y por fin la postrimería del clímax apresurado y el desenlace… Después la higiene aligerada pronta junto a la radio, sonidos altos e impetuosos.
Y todo fuera, ni una señal en el coche, sólo un aroma ocre. Todo queda en la calle. La que no es de nadie. Los espermatozoides encerrados expuestos a las estaciones.
Y ahí se queda…
Sólo la basura los señala. Anónimos vestidos-desnudos-vestidos. Repasan su automóvil que limpiaron un día antes y regresan a sus casas ¿Serán ellas testigos también de la basura que genera su actividad sexual?
El arte de un preservativo callejero: